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¿Te sientes culpable? Cómo sacar partido a tus remordimientos


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Quien no la siente en absoluto puede ser un psicópata; quien la padece demasiado puede ver afectada toda su vida emocional. La culpa es una experiencia dolorosa que deriva de la sensación, más o menos consciente, de haber transgredido las normas personales, culturales, éticas o sociales. Pero en cierto grado la culpa resulta útil, porque permite corregir los errores cometidos. En cambio, en exceso es uno de los principales enemigos de nuestra armonía interior: nos lleva a enfrentarnos con nosotros mismos y puede bloquearnos.

Wayne W. Dyer, autor de Tus zonas erróneas, opina que la culpabilidad no es solo una de las formas más comunes de angustia en nuestra cultura, sino también una de las emociones más inútiles, porque nos hace despilfarrar el presente al paralizarnos en un comportamiento pasado. La culpa no resuelta se halla en la raíz de numerosos conflictos psicológicos, y puede llegar a amargarnos la existencia.

¿Tienes una forma de pensar equivocada? Administramos mal los sentimientos de culpa cuando mantenemos un sistema de pensamiento polarizado (pensamos que las cosas son blancas o negras, buenas o malas) y no admitimos el término medio; cuando pensamos en negativo (tan solo tenemos en cuenta los detalles negativos y además los magnificamos, sin atender a los aspectos positivos); cuando somos demasiado rígidos (nos basamos en un sistema de normas estricto donde el deber prevalece en todas nuestras acciones); cuando eludimos responsabilidades (pasamos a responsabilizarnos de las vidas de los demás o a las circunstancias), y cuando somos demasiado perfeccionistas. TRES TIPOS DE CULPA

La culpabilidad se manifiesta a través de señales físicas (presión en el pecho, dolor de estómago, de cabeza, de espalda), emocionales (nerviosismo, desasosiego, agresividad, irascibilidad) y mentales (pensamientos inútiles, autoacusaciones y autorreproches). Para el psiquatra Jesús Ramos Brieva, existen tres formas patológicas: la culpa neurótica, que es la que surge ante situaciones o actos insignificantes por los que la persona se siente excesivamente responsable; la que sienten las personas deprimidas por hechos del pasado, pero que pueden llegar a considerar anodinos cuando se curan, y la culpa delirante: la provocada por acciones inexistentes o irracionales (se da en una depresión delirante o trastorno esquizofrénico).

LOS DULCES, EL TABACO Y EL SEXO La mayor parte de los remordimientos los produce, por este orden, el hecho de consumir chocolate y dulces, el fumar y el llevar una vida sedentaria, según un estudio de la Universidad de Reading (Gran Bretaña), en el que participaron 4.000 adultos de Alemania, Reino Unido, Suiza, Italia, España, Bélgica, Holanda y Australia. Además, el grado de remordimientos varía de unos países a otros. Así, los británicos son los que peor lo pasan: un 40 por ciento de ellos reconoce sentirse culpable y considera que su salud corre riesgos por esa causa. Los holandeses son los que gozan más abiertamente de lo que hacen, y en un nivel intermedio se encuentran españoles, italianos y belgas, que también dicen tener pocos remordimientos después de haber bebido, comido dulces, fumado o mantenido relaciones sexuales. Ir de compras sin necesidad y compulsivamente, y ver mucha televisión también nos causa quebraderos de cabeza. SE GESTA EN LA INFANCIA Dyer diferencia la culpa autoimpuesta de la culpa residual, una reacción emocional que se genera en la infancia y se sigue cargando a lo largo de toda la edad adulta, y que nace de mensajes como: “Mamá no te va a querer si haces eso”, “Deberías sentirte avergonzado”... En cualquier caso, la culpabilidad es, en nuestra cultura, una herramienta para manipular a los demás: a los padres les sirve para “educar” a sus hijos; a los amantes, para castigar a su pareja (“Si me quisieras...”), y a los maestros, para “enseñar” a sus alumnos. ¿MUJER Y EDUCADA EN EL CATOLICISMO? Las mujeres se sienten más culpables que los varones, y resulta curioso que los países tradicionalmente religiosos generan una mayor cantidad de ciudadanos con remordimientos. Así por ejemplo, la religión católica fundamenta el sacramento de la confesión, precisamente, en ese sentimiento de culpa, en la idea de encontrarse de forma permanente en falta (por acción u omisión) con la divinidad. TE PROVOCA ESTRÉS Según el doctor David Warburton, fundador de una asociación para investigar la Ciencia del Placer (ARISE en inglés), el duelo crónico puede desembocar en depresión, estrés, úlcera y hasta ataques de corazón, así como favorecer las infecciones y los desórdenes alimentarios. La sensación permanente de culpa induce también a que la gente se equivoque en sus decisiones vitales y en sus actividades laborales. La propuesta de este experto es no es dejar los placeres a un lado ni abandonarlos completamente, sino actuar con moderación: “solo un poquito de lo que más te guste”. PERJUDICA LA AMISTAD Quienes se autoinculpan de los fracasos cometidos, ya sean estos propios o de otras personas, sufren a la hora de relacionarse, porque perciben a los demás como superiores y son incapaces de defender sus derechos. En el otro extremo estarían quienes, de manera sistemática, adjudican la culpa a los demás: estas personas resultan tan cargantes que no tardan mucho tiempo en verse evitadas por el resto del mundo y aisladas. Defendernos por sistema resulta tremendamente negativo para nuestro progreso personal y nos distancia de los demás. ¡ALEJA DE TI LA CULPA! Identifica tus sentimientos de culpa. Analiza en qué situaciones concretan sobrevienen. Acéptalos como normales y comprensibles. Si conoces sus causas y su origen, te será más fácil combatir esos sentimientos que te atormentan. Habla con otras personas (si es necesario, con profesionales) del tema. Aliviarás tu malestar. Reconoce tus propios límites y asume únicamente la parte de responsabilidad que te toca.

DECÁLOGO PARA ABANDONAR LA CULPA

Para Wayne W. Dyer, aprender que las equivocaciones del pasado y prometerse no repetir ese comportamiento es sano y necesario, pero la culpa es malsana e inútil, porque hace que la persona se sienta mal en el presente a causa de un hecho que ya es historia. Para eliminar la culpabilidad, recomienda lo siguiente:

  • Empieza a mirar el pasado como algo que jamás puede modificarse.

  • Pregúntate qué estás evitando en el presente por culpa del pasado.

  • Acepta comportamientos que tú has escogido pero que pueden disgustar a otros.

  • Apunta cuándo te sientes culpable, por qué y con quién, y lo que pierdes al angustiarte por el pasado.

  • Reconsidera tus valores: ¿cuáles son los que aceptas y cuáles los que solo finges aceptar para no ser juzgado por los demás?

  • Haz una lista de todas las “maldades” que has hecho en tu vida y cúlpate por cada una según su gravedad. El presente sigue siendo el mismo y tu culpabilidad es una actividad desperdiciada.

  • Evalúa las verdaderas consecuencias de tu comportamiento; determina si tus actos han sido agradables y productivos para ti.

  • Enseña a quienes tratan de manipularte con la culpa que pueden afrontar las desilusiones que les cause tu comportamiento.

  • Haz algo que sabes que te hará sentir culpable pero que en realidad no hace daño a nadie. Te ayudará a enfrentarte con la culpa.

  • Evita que otras personas te carguen con sus sentimientos. Por ejemplo, la respuesta a una madre que le dice a su hija: “He sido buena contigo todos estos años y ahora te vas de casa”, sería: “¿Mamá, crees que porque me ayudaste de niña yo debería pagarte no siendo independiente?”.


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